Trescientos kilómetros de distancia y un corazón helado: el viaje de Eugenia
Viajé trescientos kilómetros con la esperanza de abrazar a mi nieto recién nacido, pero el recibimiento de mi nuera fue más frío que el viento de la sierra. Entre silencios, miradas esquivas y viejas heridas familiares, tuve que enfrentar la realidad de que a veces el amor no basta para unir a una familia. Esta es la historia de cómo una abuela puede sentirse extranjera en su propia sangre.