Mi casa no es un hotel: Aprendiendo a decir «no» a mi propia familia
Desde el primer día en que mi prima y su familia invadieron mi departamento en Buenos Aires, supe que algo se había roto dentro de mí. Durante meses fui rehén de sus necesidades y de las expectativas familiares, hasta que el agotamiento y la soledad me obligaron a enfrentar el conflicto. Esta es la historia de cómo aprendí, entre lágrimas y reproches, a poner límites y a priorizar mi paz.