Herencia de Sangre y Silencio
En medio de la noche, mi hermana mayor, Lucía, exigió una parte mayor de la herencia de mamá, argumentando que sus años y sacrificios la hacían merecedora. Yo, Mariana, siempre fui la menor, la que callaba y observaba cómo Lucía manipulaba a todos con su voz fuerte y su mirada de fuego. La discusión sobre la herencia destapó viejas heridas familiares y nos obligó a enfrentar verdades dolorosas sobre el amor, la justicia y el peso de los recuerdos.