No se puede fingir que todo sigue igual
Desde niña, siempre quise que mi casa estuviera llena de risas y amigos, como lo hacía mi mamá. Pero la vida me enseñó que las heridas familiares no se curan con fiestas ni con silencios. Hoy, enfrentando el regreso de mi hermano después de años de ausencia, me pregunto si alguna vez podremos volver a ser una familia unida.