La casa de papá: Herencias, silencios y cicatrices
Toda mi vida sentí que era invisible para mi papá, mientras mi hermano menor, Julián, era el centro de su mundo. Cuando papá enfermó, fui yo quien se quedó a cuidarlo en la vieja casa de San Miguel, mientras Julián construía su vida en Buenos Aires. Pero cuando papá murió y leímos el testamento, descubrí que la casa no era para mí, y todo lo que creía seguro se desmoronó.