Un extraño se convirtió en mi padre, y el mío me abandonó para siempre
Mi nombre es Mauricio, tengo 38 años y crecí en un barrio de Ciudad de México marcado por la ausencia de mi padre biológico. La llegada de Don Ernesto, un hombre ajeno a mi sangre pero lleno de amor, cambió el rumbo de mi vida y me enseñó el verdadero significado de la familia. Hoy, como esposo y padre, reflexiono sobre el dolor del abandono y la esperanza que trae una nueva oportunidad.