¿Realmente me volví una extraña?
Ese día, con el corazón apretado, llegué a la casa de mi hijo Julián después de un largo viaje en bus. Nunca imaginé que tendría que pedir permiso para entrar al hogar que ayudé a construir. Entre recuerdos, reproches y silencios, enfrenté la dolorosa distancia que creció entre nosotros y me pregunté si aún quedaba un lugar para mí en su vida.