Nunca es tarde para vivir: la historia de Rosa Elena
Desde la cocina de mi casa en Puebla, me enfrento a mi reflejo y a los años que he dedicado solo a mi familia. Entre el aroma del café y el eco de las voces de mis nietos, me doy cuenta de que he postergado mis propios sueños por décadas. Ahora, con el corazón apretado por la culpa y la esperanza, me pregunto si aún tengo tiempo para vivir para mí misma.