Nunca es tarde para amar: Mi segunda primavera
Soy Maritza, una mujer de 56 años de Medellín, que tras la muerte de mi esposo, luché contra la soledad y el juicio de mi familia. Todo cambió cuando conocí a Tomás, un hombre que me devolvió la esperanza y el deseo de vivir, pero también me enfrentó a los prejuicios y las heridas no sanadas de mi entorno. Esta es la historia de cómo aprendí a escuchar mi corazón en medio del dolor y la incomprensión.