El eco de la traición: Cuando el hogar se convierte en exilio
Me llamo Graciela y, a mis 63 años, jamás imaginé que mi propia hija me dejaría en la calle. Hace un año le entregué mi departamento en el centro de Guadalajara, pensando que así le daba un futuro mejor. Hoy, con una maleta y el corazón destrozado, me pregunto cómo el amor de madre puede volverse en mi contra.