Al otro lado de la pared: La frontera que no debemos cruzar
Me llamo Mariana y junto a mi esposo Tomás nos mudamos llenos de ilusión a un pequeño departamento en la Ciudad de México. Lo que parecía el inicio de una nueva vida se transformó en una pesadilla por los constantes conflictos con nuestros vecinos, el ruido interminable y la falta de empatía, poniendo a prueba nuestro matrimonio y mi propia salud mental. En medio de gritos, portazos y noches sin dormir, me pregunté: ¿hasta dónde debemos aguantar antes de defender nuestra paz?