Como una maleta sin asa
Una mañana, le pedí a mi esposo que no volviera más a casa, aunque por dentro me sentía destrozada. Mi vida en Ciudad de México, marcada por la rutina, la soledad y el peso de una relación rota, me llevó a enfrentarme a mis propios miedos y a la presión social de aparentar una familia perfecta. Esta es la historia de cómo tuve que decidir entre seguir cargando con una vida vacía o atreverme a soltarla, aunque doliera.