El último desayuno: El día que decidí salvarme
Desperté con el grito de mi suegra al teléfono, exigiendo que hiciera el desayuno para mi esposo, Julián. Ese día entendí que mi matrimonio en Ciudad de México se había convertido en una prisión emocional, donde mi pareja era otro hijo más y yo la única adulta responsable. Al final, tuve que elegir entre seguir perdiéndome o salvarme a mí misma.