Tres días de silencio
En medio de la soledad de mi departamento en Buenos Aires, la ausencia de llamadas de mi hijo me consume y despierta viejas heridas familiares. Mientras el teléfono permanece mudo, los recuerdos y las culpas del pasado resurgen con fuerza, enfrentándome a mis miedos más profundos. Esta es la historia de cómo el silencio puede ser más ensordecedor que cualquier palabra.