Después de su muerte, supe lo que realmente pensaba de mí mi suegra: La verdad que nunca se dice en voz alta
Durante más de treinta años fui la nuera de Doña Carmen, siempre manteniendo la distancia y el respeto, aunque nunca logré ser parte de su corazón. Tras su muerte, una carta cambió mi visión sobre nuestra relación y sobre mí misma. Esta es mi historia de silencios, expectativas y la búsqueda de aceptación en una familia que nunca me sintió suya.