La visita inesperada: Lo que el corazón no olvida
Una tarde, abrí la puerta de mi casa en Medellín a mi vieja amiga Lucía y a su hijo Tomás, sin imaginar que ese gesto cambiaría mi vida. Lo que comenzó como una reunión cálida terminó desatando secretos familiares, envidias y heridas profundas. Ahora, me pregunto si la hospitalidad puede costarnos más de lo que estamos dispuestos a pagar.