Esa noche cerré la puerta: el día que eché a mi hijo y su esposa de mi casa
Esa noche, después de años de soportar humillaciones y faltas de respeto, tomé la decisión más dura de mi vida: eché a mi propio hijo, Sebastián, y a su esposa, Camila, de mi casa. No fue un acto impulsivo, sino el resultado de una acumulación de heridas y silencios. Ahora, una semana después, me pregunto si alguna vez podré sanar, pero no siento culpa: era necesario para salvarme a mí misma.