Puertas que cerré para siempre
Mi hijo gritaba y golpeaba la puerta, suplicando que lo dejara entrar, pero yo, Heliana, me aferraba a mi taza fría, incapaz de moverme. La violencia y el miedo habían invadido mi hogar durante años, y esa tarde tomé la decisión más dolorosa de mi vida: cerré la puerta para siempre. Ahora me pregunto si alguna vez podré perdonarme o si la paz finalmente llegará a mi corazón.