Cuando el autobús se detuvo, la vida arrancó de golpe
Me llamo Marta González y aquel día de agosto, bajo el sol implacable, un simple viaje en autobús con mis nietos se convirtió en el punto de quiebre de mi vida. Entre el calor, el cansancio y los reclamos de los pasajeros, una llamada inesperada me obligó a enfrentar secretos familiares largamente enterrados. Lo que parecía una tarde común se transformó en una tormenta de emociones, decisiones y verdades que cambiaron para siempre mi relación con mis hijos y nietos.