Siempre joven: El precio de un rostro sin edad
Desde niña escuché que mi rostro parecía de otra época, que la juventud se me pegó como una segunda piel. Pero nadie imaginó el peso de esas palabras, ni cómo la obsesión por mi apariencia fracturó mi familia y mi autoestima. Esta es la historia de cómo la juventud eterna puede ser una condena en vez de un regalo.