Cuando Próspero se fue y yo sólo sonreí
Mi esposo Próspero se marchó una tarde cualquiera, y yo sólo pude sonreír. Durante años, la rutina y el silencio nos habían desgastado hasta convertirnos en extraños bajo el mismo techo. Ahora, enfrentando la soledad y el juicio de mi familia, me pregunto si la libertad vale el precio de la incertidumbre.