La visita inesperada: lágrimas en la puerta y la verdad que destroza familias
Esa tarde, cuando abrí la puerta y vi a mi suegra, doña Mercedes, llorando desconsolada, supe que algo grave había pasado. Quince años de matrimonio con Julián, años de silencios, de miradas que no decían nada y de una espera interminable por un hijo que nunca llegó. Pero nada me preparó para la confesión que esa noche cambiaría nuestras vidas para siempre.