El calor que no era para mamá
—¿De verdad no puedes ayudarme, Lucía?— La voz de mi madre temblaba al otro lado del teléfono, como si el frío del invierno ya se hubiera colado en su casa de adobe en las afueras de San Miguel. Era agosto, pero en el sur de Chile el viento ya anunciaba noches heladas. —El gas está carísimo, hija. No sé cómo voy a hacer este año.
Me mordí el labio, mirando a mi esposo, Andrés, que me observaba desde la mesa del comedor. Él asintió en silencio. —Claro, mamá. No te preocupes. Yo te transfiero mañana mismo.
Colgué y sentí una punzada de culpa. No era la primera vez que mamá pedía ayuda desde que papá murió hace dos años. Pero esta vez su voz sonaba más desesperada, más frágil. Llamé a mi hermana, Mariana, que vive en Concepción, para preguntarle si también había hablado con mamá.
—Sí, me llamó ayer —me dijo Mariana—. Le mandé algo, pero no puedo mucho este mes. ¿Tú cuánto le diste?
Le conté y ambas suspiramos. No era fácil para ninguna de las dos. Mariana tiene tres hijos y yo apenas llego a fin de mes con los gastos del colegio y la hipoteca. Pero mamá siempre fue generosa con nosotras, incluso cuando papá apenas traía algo del campo.
Durante semanas, mamá nos enviaba mensajes agradeciendo cada transferencia. «Gracias, hijita, ya pude comprar el balón de gas», «Hoy prendí la estufa y me acordé de ustedes». Pero algo no cuadraba. Un día, la vecina de mamá, doña Rosa, me escribió por Facebook: «Lucía, tu mamá anda mucho en el centro últimamente. ¿Está bien? La vi salir con un hombre hace poco».
Sentí un escalofrío. ¿Un hombre? ¿Mamá? Desde que papá murió, ella apenas salía de casa. Le pregunté a Mariana y decidió ir a visitarla sin avisar.
Me llamó esa misma tarde, alterada:
—Lucía, tienes que escuchar esto. Mamá no está usando el dinero para el gas. Encontré los balones vacíos y la estufa apagada. Pero en su pieza hay bolsas nuevas de ropa y perfumes caros. Y… hay fotos con un tipo que no conozco.
No podía creerlo. ¿Mamá tenía pareja? ¿Nos estaba mintiendo?
Esa noche no dormí. Recordé todas las veces que mamá nos enseñó a ser honestas, a nunca mentirnos entre nosotras. Al día siguiente tomé el bus a San Miguel. Cuando llegué, mamá estaba en la cocina preparando sopaipillas.
—¡Lucía! Qué sorpresa —dijo, nerviosa.
—Mamá, ¿podemos hablar?
Nos sentamos en la mesa de madera donde tantas veces compartimos pan amasado y secretos de infancia.
—¿Quién es ese hombre? —pregunté directo.
Mamá bajó la mirada. Sus manos temblaban.
—Se llama Sergio —susurró—. Lo conocí en la feria hace unos meses. Me hace sentir viva otra vez… después de tu papá pensé que nunca volvería a reírme así.
—¿Y por qué nos mentiste? ¿Por qué dijiste que necesitabas plata para el gas?
Las lágrimas le rodaron por las mejillas.
—Tenía miedo de que me juzgaran… De que pensaran que estoy traicionando a su papá. Y sí, usé parte del dinero para comprarme cosas y salir con Sergio. No quería pedirles plata para eso.
Sentí rabia y tristeza al mismo tiempo. Mariana llegó poco después y la confrontamos juntas. La discusión fue larga y dolorosa; mamá lloraba, nosotras gritábamos. Nos dolía más la mentira que el hecho de que tuviera una nueva pareja.
Esa noche dormimos las tres en silencio, cada una en su cuarto, como extrañas bajo el mismo techo.
Al día siguiente desayunamos juntas. Mamá habló primero:
—Sé que las decepcioné. Pero también soy mujer… tengo derecho a rehacer mi vida. No quise lastimarlas.
Mariana y yo nos miramos. Entendimos que el dolor de la pérdida de papá seguía ahí, pero también que mamá tenía derecho a buscar su felicidad.
Decidimos dejar de enviarle dinero sin saber para qué era realmente. Le ofrecimos ayudarla si lo necesitaba para cosas básicas, pero le pedimos honestidad ante todo.
Volví a casa con el corazón apretado pero aliviada por haber enfrentado la verdad. La relación con mamá cambió; ahora hablamos más sinceramente, aunque todavía duele saber que nos mintió.
A veces me pregunto: ¿cuántas veces ocultamos nuestra verdadera necesidad por miedo al juicio de quienes más amamos? ¿Qué harían ustedes si descubrieran una mentira así en su familia?