Desde niña cargué con el peso de ser la mayor en una familia numerosa de una vereda cerca de Bucaramanga. Mi vida giró en torno al cuidado de mis hermanos, mientras mis padres me exigían sin preguntar jamás por mis sueños. Un día, con el corazón roto y una bolsa de regalos, tomé la decisión más difícil: irme para siempre.
Mi nombre es Magdalena, y esta es la historia de cómo mis sueños universitarios se desmoronaron tras el accidente de mi papá. La vida me obligó a elegir entre mi futuro y mi familia, enfrentando el peso de la responsabilidad, el amor y la frustración. Hoy me pregunto si alguna vez podré perdonarme por todo lo que dejé atrás.
Mi nombre es Mariana y toda mi vida cambió el día que mi papá quedó en silla de ruedas. Mis sueños de estudiar en la universidad se desvanecieron cuando tuve que quedarme en casa a cuidar de mi familia. Entre el sacrificio, el amor y la frustración, aprendí lo que significa renunciar y también lo que significa resistir.
Siempre fui el sostén de mi hermana menor, dejando mis sueños a un lado para que ella pudiera brillar. Tras una pelea desgarradora, me di cuenta de que mi amor y sacrificio quizás nunca serían reconocidos. Ahora me pregunto si debo seguir anulándome o, por fin, empezar a vivir para mí.
